¿Perdió el tiempo, se enredó en sus palabras y se le fueron las oportunidades?

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Días atrás, leyendo un ameno libro encontré un párrafo que me removió las neuronas y me hizo reflexionar al grado tal, de que aún continúan haciéndome ruido en mi cabeza; el párrafo dice así: “hay tres cosas que nunca vuelven: el tiempo, las palabras y las oportunidades”.

Aún hoy, el párrafo en comento, me sigue haciendo pensar y he querido aprovechar el mensaje para hacer una reflexión sobre lo que es el campo de mi actividad y lo que ocurre en la vida cotidiana, con relación a que “hay tres cosas que nunca vuelven: el tiempo, las palabras y las oportunidades”.

Y en efecto, el tiempo transcurre lenta e inexorablemente para todos y avanza, segundo a segundo, minuto a minuto, hora tras hora, día tras día, semana tras semana, mes a mes, año a año y así, un día de pronto nos damos cuenta que nos empiezan a tronar las rodillas, los codos y los hombros, o que es necesario controlar la prensión pues esta se nos sube, o se nos baja.

Aún y con lo anterior, a veces no nos percatamos que los años han pasado, que los hijos y sobrinos ya crecieron y que los nietos empiezan a llegar; seguimos sintiéndonos aún jóvenes.

Sin embargo, al acercarse los sesentas, no empieza a preocupar el cómo viviremos llegada la edad de nuestro retiro y entonces sí, percibimos que el tiempo ha pasado ya y que es imposible recuperarlo.

Con la madurez nos llega también cierto grado de lucidez y empezamos por dilucidar lo que en el tiempo hemos hecho y dicho y nos damos cuenta que, muchas cosas nunca debimos de haberlas expresado y que nosotros mismos somos consecuencia, en mucho, de todo aquello que dijimos, en la forma que lo dijimos y a quien se lo dijimos.

Hecha la reflexión y la evaluación de lo dejado por hacer, así como de efectos de nuestras palabras en el tiempo, nos damos cuenta que, durante gran tiempo nos quedamos a la vera del camino, esperando aquellas anheladas oportunidades que se nos presentaron en algún momento de nuestra vida y que tal vez, ahora, nunca volverán.

¿Invade la nostalgia?

Sí, quizás sí, ante la imposibilidad de prolongar el tiempo para realizar todo aquello deseamos en algún tiempo de nuestra vida; por aquellas palabras expresadas y que lo más seguro es que no las debiéramos haber dicho y por aquellas oportunidades que, aun y cuando las tuvimos al alcance de nuestra mano, las dejamos pasar esperando mejores tiempos.

Pero, si usted aún es joven, ¿para qué preocuparse por el paso del tiempo?, ¿para qué preocuparse de los efectos y consecuencias de sus palabras si el tiempo parece que diluye todo?, y ¿para que apurarse por aprovechar o crear las oportunidades que la vida nos depara, si aún lo mejor está por venir?

Pero cuidado, cuidado con dejar pasar el tiempo sin pensar en el futuro; cuidado con no tener control sobre nuestras palabras; y cuidado con las oportunidades que se nos presentan en la vida, porque “hay tres cosas que nunca vuelven: el tiempo, las palabras y las oportunidades”.

Si es usted joven, ¿ya está pensando en cómo vivirá el resto de sus días, cuando la edad del retiro llegue?

Si es usted mayor, ¿ya está pensando en cómo recomponer las cosas, porque la edad del retiro se acerca rápidamente y ya las oportunidades parece que se le fueron?

Recuerde que hay tres cosas que nunca vuelven: “el tiempo, las palabras y las oportunidades”.

2 COMENTARIOS

  1. Me interesa que me den informacion acerca de mi pension, tengo 58 años de edad, trabaje 35 años en la banca
    Mi numero de seguro es 41795901952

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